A diario se paseaba por los senderos y caminos, rodeada de aguas cristalinas y playas de arena
blanca. El sol la iluminaba durante el día, y la luna le cantaba
canciones de cuna en las largas y cálidas noches del verano mientras
ella danzaba con su pelo negro ondeando al viento y los astros
reflejando en ellos, su plateada sonrisa.
Muchas personas llegaban a la isla en
la época estival buscando trabajo y nuevas experiencias, cuando los fríos vientos invernales seguían su
camino hacia el horizonte y el sol tomaba las riendas de su propio
destino.
Entre todas esas personas me encontraba
cuando llegué, un verano de hace ya muchos años, a la isla de
Ibiza. Y así te conocí.
En ese momento comenzó una de las
épocas mas maravillosas de mi vida.
Los días transcurrían entre las
cálidas brisas y los destellos purpura que la luna dejaba caer sobre
nosotros como una cascada de luciérnagas salidas de las mismas
crisálidas que engendran las estrellas.
El trabajo y las labores que teníamos
que realizar a diario no eran trabajo estando a tu lado. Eran
momentos llenos de esfuerzo que se recompensaban cuando pasabas
frente a mi en el comedor y me mirabas sonriendo.
Momentos que fueron guardados en el
mágico baúl del alma; recuerdos de una inenarrable felicidad junto
a todos aquellos con los que compartimos aquellos maravillosos años.
Aún recuerdo cada día que pasamos
juntos. Aquella isla nunca será la misma desde entonces. Aquel sol
nunca será el mismo si no lleva impresa tu silueta recortada sobre
el, cuando me sonreías en la playa y dejabas caer por tu pelo las
gotas del agua del mar sobre mi rostro.
Aquella luna nunca será la misma sino
puede iluminarte como te iluminó aquella noche frente a la playa,
cuando tus mágicos y embrujadores ojos se perdían en la quietud del
mediterráneo dejándose llevar por una enigmática nostalgia
mientras caminábamos y las olas caían rendidas ante ti. Entonces me
acerque y una vez mas, mirándome, me lanzaste una de aquellas
sonrisas capaces de hechizar al mismísimo mago merlín.
Fueron años llenos de vida, llenos de
amistad, llenos de confianza y de cariño; llenos de una gratitud
latente que esperaba su momento para salir a raudales cada vez que
pensaba y pienso en ti. Recuerdo el sonido de tu coche surcando los
caminos cuando nos dirigíamos hacia la noche...., una noche plagada
de luz y de alegría, de risas y de bailes, de abrazos y de miradas
que maridaban con la música reinante mientras grababan la banda
sonora de nuestras vidas.
Nunca podré olvidar ningún segundo de
los miles y miles que pasamos juntos. Nunca podré olvidar ninguna de
tus sonrisas, ninguna de tus miradas, ninguna de tus palabras
susurradas y mecidas por la cálida brisa del océano.
Nunca podré olvidar ninguno de tus
abrazos, ninguna de tus confidencias, ni la confianza que depositaste
en mi.
Nunca podré olvidar aquella noche en
el “Casanova”, cuando corriste hacia mi y te abrazaste
apoyando tu rostro sobre mi hombro mientras sentía tu cálido
aliento susurrándome al oído aquella frase que nunca olvidare...
Jamás podré olvidar los minutos que
estuviste así, como una niña pequeña deseando ser querida y
protegida, como una niña pequeña dolida y dañada por tantas
actitudes. Como una niña pequeña que solo ansiaba que la
quisieran...
Los años pasaron y cada uno tomamos
derroteros distintos en la vida, unos en un lugar, otros en otro;
pero siempre estuvimos conectados en cierta forma, y siempre que
hablábamos, la sonrisa escapaba de nuestras bocas para gritar al
mundo que seguíamos compartiendo momentos y que en nuestros sueños
y en nuestros recuerdos continuábamos en aquella mágica isla
rodeados de la etérea bruma de un amanecer.
Hace ya un tiempo que decidiste dejar
este mundo en esa fatídica fecha que nadie desea recordar.
Tu sonrisa, tu mirada, tu presencia y
tu recuerdo se mezclan en el corazón junto con el desgarrador
pensamiento de que pudimos hacer algo mas por ti.
Intento retroceder en el tiempo para
poder sostenerte y abrazarte en aquel momento en que nos dejaste.
Intento agarrarte para que no dieras ese paso, presa de tu tristeza y
de tus problemas, dejando escapar tu vida en un etéreo suspiro.
Pero las brazadas en el agua de la
memoria no pueden hacernos llegar a ti, sino que nos arrastran de
manera inexorable hacia un futuro donde nuestra conciencia da
sufrimiento a los recuerdos que relampaguean en el alma como una
lejana tormenta sobre el mar.
Que estas lineas sean un homenaje, un
recuerdo escrito sobre un papel y lanzado al viento de una noche de
verano, para que todos sepan que nunca te olvidare, que nunca dejare
de recordarte y de rememorar en el carrusel de la memoria cada
momento vivido a tu lado en aquellos mágicos años de nuestra dorada
juventud.
Aquí quedan estas lineas para que
todos sepan, como tu también supistes y sabes, que te quise, te quiero y te querré siempre.
Rezo y rezare por ti para que Dios te
tenga en su gloria y te cuide mientras duermes en su regazo como la
niña que siempre fuiste, esperando que en un eterno futuro lleno de
esperanza, todos juntos volvamos a caminar y a gritar al viento, como
decía aquella canción que tanto nos gustaba...
“vamos a jugar en el sol...todos los días son días de fiesta”.
Descansa en paz Ana
Princesa de Ibiza
Hija de la luna
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