martes, 9 de febrero de 2016

HOMENAJE A DON JEREMY BRETT


In loving memory of Sir Jeremy Brett


A veces resulta complicado trasladar a un escrito, las sensaciones de un alma. 
Tendríamos que tener el talento de un genio para poder plasmar ese sentimiento en unas líneas y hacer que alguien pudiera sentirlo o pudiese entenderlo de la misma forma que nos hace estremecemos a nosotros mismos.

Hace poco, queridos amigos, volví a retomar con fuerza una de aquellas cosas que rondan tu niñez y tu infancia y que con el paso de los años, por algún motivo, vuelve a tu vida para aportarte vivencias, recuerdos, momentos, sonrisas, nostalgia, y tantas y tantas cosas olvidadas a lo largo del camino; o bien para ayudarte con una dosis de magia en momentos donde tu estado anímico necesita de eso mismo, ¡de magia!, ¡de recuerdos de tiempos pasados!, ¡de luz y calidez!, en este caso aportadas por unas preciosas historias.

Alguien dijo una vez que somos recuerdos, que toda nuestra vida gira en torno a lo que sentimos, a lo que recordamos, y esos recuerdos y sentimientos se ven inexorablemente influenciados por mil y un detalles de la vida diaria, de esos detalles que el materialismo de una sociedad a veces nos hace olvidar. 
Un gesto, un suspiro, un rayo de sol, una canción, un olor, una imagen, un libro...cualquier cosa que llega a nuestra vida en un determinado momento para dejar, como si de un poso de café se tratase, su esencia en nosotros.

Un caballero ingles un día decidió coger unos lápices y un taco de papeles y ponerse a escribir sobre la vieja mesa de madera de su cocina las historias de un detective privado en el Londres victoriano.

Aquellas líneas se convirtieron en decenas de historias que la gente consumió vorazmente. Su mezcla de sagacidad, diversión, intriga, aventura, inteligencia, perspicacia, elegancia, escenificación, personajes, todos esos ingredientes fueron mezclados en alguna coctelera universal, agitado por el brillo de las estrellas en las noches de escarcha invernal y derramado en todas y cada una de las personas, que haciendo las veces de copas de coctel, decidimos beberlo de sus libros.

Hace poco volví a retomar las aventuras de Sherlock Holmes, esa magnifica obra de Sir Arthur Conan Doyle; la historia de aquel sagaz investigador privado junto con su ayudante, el inseparable doctor Watson.

Aquellas historias conformaron y conformaran la vida de muchísimas personas en el mundo. Tanto fue así, que indudablemente otro hombre decidió cogerlo de las manos y arrancarlo de las paginas amarillentas de un viejo libro para llevarlo a un formato mas actual, como fue la televisión en su momento.

Y lo que iba a ser un paso mas en aquella inexorable aventura que comenzó sobre la mesa de madera de una vieja cocina alumbrado por un candil, con un bote de tinta y unos cuantos papeles, se convirtió gracias a usted Señor Brett, en algo mas...

Volví a retomar aquellas historias primero con un vetusto y viejo libro de mi niñez, libro de paginas amarillas por el paso del tiempo y que volvió a prender la mecha de aquellas fantásticas historias llenas de intriga e inteligencia.

Aquel pequeño libro no fue sino el anticipo de comenzar a leer lo que es denominado el "Canon Holmesiano", es decir toda la obra de Conan Doyle sobre Sherlock Holmes, incluyendo, relatos y novelas recogidas en un enorme libro de mas de 1700 paginas, pero que se lee con una facilidad pasmosa. 
Un libro capaz de trasladarte a la Inglaterra victoriana, capaz de hacerte sentir la densa y húmeda niebla de las calles londinenses, de hacerte respirar el aire puro de la campiña de Sussex, de hacerte contemplar el brillo de la luna reflejado en las adoquinadas aceras de la calle Baker Street y aquel inmueble, el 221B, donde residían Holmes, Watson y la queridísima señora Hudson.

En este caso no solo comencé a leer el libro, sino que lo alterne con aquella fantástica serie producida por granada televisión entre los años 80 y 90, protagonizada por Don Jeremy Brett como Sherlock Holmes, y Don Edward Hardwicke, como el doctor Watson. Y la mezcla de ambas combinó una simbiosis tan perfecta, que me hizo contemplar lo que significa la excelencia en un trabajo.

Usted Sr. Brett, sacó a un personaje de ficción de unos viejos libros y lo hizo real; tal vez no seamos conscientes del calibre de lo que usted consiguió, pero es algo que supera la mera interpretación magistral de un papel.

Usted señor Brett dignificó una profesión, usted hizo que un personaje que fue creado con tinta y papel, tomase aire, respirase y tomase forma humana para colarse en nuestros hogares y en nuestras vidas a través de la pequeña pantalla, para que todos y cada uno de los “Holmesianos” vibrásemos y vibremos con cada uno de sus gestos, de sus miradas, de sus diálogos, de sus sonrisas, de su complicidad con el señor Watson. Usted consiguió sacarnos de una a veces perversa sociedad, de un entramado de miseria y conseguir que nos deleitásemos con cada pequeño sorbo de la excelencia de su interpretación en el calor de nuestros hogares.

Nos encontramos en una sociedad rodeada de corruptos, de falsos, de mentirosos/as, que consiguen a través de la vagancia y el chabacanismo propagar su fango entre aquellos que intentamos salir de el. Una sociedad donde la meritocracia se ha dejado a un lado para conseguir las cosas solo a través de sexo, conveniencia, superficialidad y engaños, y donde contemplar un poco de excelencia es como sentir una gota de agua fresca cayendo por un paladar seco en medio de algún desierto.

En este caso amigos quiero rendir un homenaje, un tributo a un hombre, a un ACTOR con todas las letras, a una persona que llevó su trabajo a la mayor excelencia que humildemente he contemplado en el terreno cinéfilo.

Este articulo queridos amigos, es un aplauso eterno e imperecedero para el ya desaparecido, Jeremy Brett.

Es difícil contemplar a un actor que traslade el personaje original de una novela a la pequeña pantalla con mas perfección de lo que lo hizo Jeremy Brett con Sherlock Holmes. Es absolutamente increíble leer los textos originales de Conan Doyle, y una vez contemplada la serie televisiva, que automáticamente tu mente lo traslade a la forma física, psicológica y gestual del imponente trabajo que Brett realizó, tan fidedigno, tan conciso, tan perfecto, tan fiel...

Sacó al personaje del altiplano al que Hollywood lo había llevado con algunas películas y series bienintencionadas pero que no daban ni de lejos con la cantidad de matices que Doyle creo para su personaje. Pero esto sucedió hasta que Jeremy Brett se enfundo el sombrero de copa, sostuvo con su elegante mano el bastón negro, se calzo el gorro de cazador de ciervos en sus largos paseos por la campiña inglesa y tomo la pipa "Meerschaum" mientras contemplaba de lejos las cataratas "Reichenbach" testigo impresionante de su enfrentamiento final con el profesor Moriarty. 
Y una vez bien pertrechado con todos sus ropajes, Don Jeremy Brett se dispuso a realizar una de las mayores obras maestras que este humilde servidor a contemplado en la historia del cine y la televisión.

Jeremy Brett nos mostró al Holmes neurótico, hiperactivo, egoísta, drogadicto, mercurial, delicado, brillante, mordaz e irritante de las historias de Doyle. Utilizo cada centímetro de su cuerpo para sacar al personaje en toda su gloria de genio complejo, cargante y fantásticamente asombroso. 
Un zurdo que supo de forma exquisita utilizar su derecha para amoldarla al personaje, que aprendió a fumar en pipa de forma correcta, que lleno su rostro de miradas, gestos, guiños, cierre de párpados, pequeños tics... que con uno solo de sus silencios supo decir mas que todos los actores que anteriormente se enfundaron en tan complejo personaje.

Y que decir de su voz.., un registro tonal capaz de pasar por todos y cada uno de los matices sonoros y crear un tapiz auditivo que complementaba perfectamente al personaje dotándolo de todos y cada uno de los detalles descritos por Doyle; hablando como un torrente, casi farfullando, capaz de hipnotizar con un ronroneo subsónico, de saltar con un gruñido felino cuando una pista se le escapaba, pasando de la exaltación nerviosa a la mas depresiva de las miradas lánguidas.

Sus enormes ojos verdes, cansados, capaces, con solo una pequeña expresión de explicarte tres folios de texto completo sin que le hiciera falta articular ni una sola palabra. Su risa, neurótica e incontrolada, escaparate visible de la enorme inteligencia con la que doto al personaje acompañado por Edward Hardwicke y Rosalie Williams en los papeles de Watson y la señora Hudson, y que tan bien maridaron con la excelente interpretación de Jeremy Brett.

Verle actuar a usted señor Brett, es como contemplar la capilla Sixtina, las puertas del Batisterio, los frescos de Volterrano. Es simple y llanamente observar la perfección, la excelencia, sentir la mano de Dios en el mundo en una de sus múltiples y diversas formas. Es enorgullecerse del género humano y observar como alguien puede disfrutar tanto ejerciendo su trabajo, que consigue llevarlo al nivel de, simple y llanamente, no poder hacerlo mejor.

De mezquinos seria no dar también un merecidísimo aplauso y hacerle extensible este pequeño y humilde homenaje, a Edward Hardwicke, el mas digno doctor Watson que se ha interpretado sacándolo del papel de "bobo" al que lo sumieron las grandes industrias en sus películas y otorgándole el justo, excelente y merecido protagonismo que la obra de Doyle le otorgó.

Así que un fuerte aplauso para usted también Don Edward Hardwicke, descanse en paz, y gracias por tan excelente trabajo.

Aquella luz clara y pura de sus episodios, luz clara y diáfana sin la infección de las ondas electromagnéticas que nos inundan hoy día. Aquella luz que perteneció a la infancia de muchos, aquella mágica luz de aquellos días de los años 80, aquellos paisajes, la fotografía, la localización, la campiña, las calles empedradas, las mansiones victorianas... Todo fue perfecto, inigualable, propio de algo que quedara en los anales de la interpretación para los tiempos venideros, para que los y las futuras actores y actrices puedan sentarse y que algún docente solo tenga que poner uno de sus capítulos en pantalla y decirles, señoras y señores, esto es ser un actor.

Puede que no muchas personas puedan valorar estas líneas o sacarles todo el significado que tienen, como la pisa de la uva saca la esencia para un buen vino. De necios seria pensar que todo el mundo tendrá tus mismas inquietudes, tus mismos gustos, o tu mismo concepto sobre la vida. 

Tal vez estas líneas y lo que ellas significan, queden reservadas para aquellos que olemos, sentimos y respiramos el sol. Para aquellos que cerramos los ojos y nos sumergimos en un lago de agua clara, pura y cristalina, en ese lago donde la película de nuestra infancia sigue flotando como burbujas doradas en una copa de champán, ese mismo lago en el que tras un día rutinario, lleno de problemas o de obstáculos, de penurias y dificultades, de mezquindades, conveniencias, chabacanismo, insultos, violencia, mentiras y demás actitudes que trufan la sociedad actual, llegamos a casa, nos sentamos, sentimos el suave tacto de la vieja franela del pijama, valoramos la calidez del hogar y nos sentimos orgullosos, alegres y felices simplemente por sentarnos en ese sofá que en tantos momentos nos ha cobijado a lo largo de nuestra vida y frente a la misma mesa donde nos sentamos en nuestra infancia, y recordamos...

Y para acompañar ese recuerdo, que mejor que una buena música celta o clásica; que mejor que un buen libro que te abra paso a un mundo lleno de aventuras, de vivencias, de paisajes, de viajes, de personajes, etc... o que mejor para acompañarnos en ese recuerdo que poner el DVD de “Granada Televisión” en una noche de fría lluvia, y admirar su magnánima interpretación Sr. Brett.


Durante el rodaje de la serie, Brett tuvo que abandonarla para acompañar a su mujer en estados unidos, enferma terminal, hasta que acabo falleciendo en el verano de 1985.

Su perfección en la interpretación, el modificar tantísimas facetas de su propia persona para hacerlas absoluta y diametralmente perfectas con el personaje de Holmes, unidas probablemente al drama personal vivido con su esposa, le llevó a caer en una profunda depresión en el año 1986. Una vez repuesto continuó, tanto en teatro como en la serie incluyendo largometrajes como "El sabueso de los Baskerville".

En 1988 Brett se tomó unas vacaciones que utilizó para volver al teatro interpretando también el papel de Holmes en el "Wyndham's Theatre" londinense para volver con "Los casos de Sherlock Holmes" y "Las memorias de Sherlock Holmes" rodados entre 1989 y 1994. 

Jeremy Brett era consciente ya de que no cumplía físicamente con las exigencias del personaje pero aun así volvió una vez mas a hacer gala de su profesionalidad y supo dar un giro a su caracterización, dotándolo de nuevas y sorprendentes facetas.

Tal vez pocos sabrán que para muchos, Jeremy Brett entregó su vida por dotar al personaje de tanta perfección, modificando tantos mecanismos personales y con tanta intensidad hasta que le hicieron caer en una profunda depresión tratada con litio y complicada con un enfisema pulmonar en sus últimos años

Brett murió el 12 de septiembre de 1995; la muerte le rondaba hacía ya tiempo y se veía en los últimos episodios de la serie. Una expresión pálida, fofa, hinchada, ribeteada de locura y de una tristeza inmensa. 
Destellos de lo que fue podían verse todavía hacia el final de la serie, en la luz de los ojos verdes ribeteados de rojo, en el pliegue sardónico de la boca tan expresiva, en la tremenda nostalgia de su mirada lánguida y triste, perdida entre el personaje y recuerdos de su propia vida. Y en la voz... siempre en la voz, cuya salvaje energía estaba sujeta al control férreo de un actor extraordinario.

Pocos son los tributos que ha recibido por tan ejemplar trabajo. Por muchas personas que le reconozcan, pocas son para lo que significó aquella magistral interpretación.
Y estas líneas, como tantas otras, quedaran impregnadas del recuerdo para hacerles saber a todo aquel que se asome a ellas que, al igual que con la música en la época de Mozart, con la pintura en la de Miguel ángel, hubo un día que en el terreno de la interpretación pudimos contemplar a un genio, un genio al que ahora, pasados los años, solo podemos y debemos levantarnos, quitarnos los sombreros de copa y nuestras gabardinas y aplaudirle con toda la fuerza y la sinceridad de la que uno sea capaz.

GRACIAS Sr Brett por tanto que nos dio, usted alcanzó el olimpo interpretativo que pocos alcanzan con un papel; ese olimpo en el que simplemente usted es Sherlock Holmes, y Sherlock Holmes.. es usted.

Desde estas humildes líneas amig@s, quería rendirle este pequeño homenaje. Que sirva para que los que le conocimos en su magnánima interpretación, siempre le recordemos; y que también sirva para descubrirles a aquellos y aquellas que aun no han saboreado la interpretación de un actor de verdad.







Jeremy Brett ( 3 de noviembre de 1933 - 12 de septiembre de 1995 )
Descanse en paz


Pongámonos en pie para emitir una sonora y perenne ovación para DON JEREMY BRETT.

Thank you Mr. Brett, thank you very much.