sábado, 20 de abril de 2013

CAMINOS DE GALILEA

A veces amigos, sentimos la necesidad de ir a algún sitio, o bien realizar alguna actividad, tal vez volver a recorrer un camino ya andado en tiempos pasados, quien sabe si por revivir esa experiencia o porque sin saber muy bien ni como ni porque, sientes la necesidad de volver a hacer algo o hacerlo por primera vez, o tal vez amigos ayudado, por haber vuelto a recorrer caminos junto a un magnifico hermano con quien compartes algo que va mas allá de la amistad.

Piensas que es por haber oído algo, o recordar alguna imagen, pero lo cierto es que esa implacable necesidad de realizar esa actividad, te lleva a coger mochila a la espalda y embarcarte una buena mañana para ver que te depara ese misterioso camino.

Muchas veces es una cala perdida de una playa, otras veces es un lugar urbano, a menudo suele ser un casi inescrutable camino empedrado de alguna sierra montañosa, y otras veces es un camino de piedra pedregosa y blanca, llano y reluciente, plano, luminoso, y donde casi ni se vislumbra el final de esa senda.

A veces amigos para llegar a ese camino, tienes que embarcarte en algún medio de transporte, bien un coche, autobús, tren, etc..., y probablemente es en ese medio de transporte que te lleva al alba de la mañana, donde comienzas a entender todo, donde comienzas a sospechar que te depara esa mañana, donde comienzas a ver la mano de quien te guia a ese sendero.
Probablemente en ese coche, bus o tren, conoces a personas, o simplemente te rodean situaciones que te retrotraen a lo mejor del ser humano, que te devuelven la confianza perdida por la basura que los medios de comunicación nos lanzan a paladas, para acallar nuestros sueños y el sentimiento de lo que somos, tal vez en ese tren, te rodean cientos de niños que se dirigen de excursión a ese mismo camino que tu vas a recorrer esa mañana.

Con tu mochila a los pies, sentado, e imbuido en tus recuerdos y en ese maravilloso sol matutino, te ves rodeado de cientos de niños pequeños, sentados a tu lado, con su profesora dando instrucciones desde el pasillo, y tu estas ahí, justo en medio de todos ellos, como un niño grande mas de aquel colegio.
Y comienzas a recordar las excursiones mañaneras con tus compañeros de colegio, aquellos bocadillos en la mochila, aquellas risas y aquel subidon de adrenalina simplemente por embarcarte con tus compañeros en una pequeña aventura, que sin saberlo en ese momento, siempre recordaras.

Y cuando el tren comienza a andar, ves como esos niños clavan sus ojos en ti, esos ojos enormes....
A veces casi ni recordabas como son esos ojos, debido al paso de la vida, y a encontrarte diariamente con personas que han modificado su mirada, debido al vicio, debido a haberle abierto la puerta de par en par a la maldad, debido a la vida que han llevado o llevan, y les hace tener envidia, celos, ira, perversión, etc... o cualquier cosa que modifica aquella mágica mirada que contemplas en los ojos de esos niños, y que esas personas un día también tuvieron y si quieren pueden volver a tener.
Aquellos niños llevaban al cuello un pañuelo color verde esperanza, simple pero precioso, con una inscripción. " Jesús y María ", y un símbolo, probablemente de su colegio, congregación o grupo de excursiones, y dejas por un momento tus pensamientos y miras esos ojos, que te sonríen, esos enormes ojos cargados de inocencia, de bondad, de curiosidad hasta por el mas mínimo detalle que les rodea, aquellos enormes ojos, claros, puros, cristalinos, que llaman a sus amigos, que juegan a juegos de siempre, que miran por la ventanilla el movimiento del tren y gritan a sus compañeros: " mirad, mirad, el mundo se mueve ", que frase mas simple, inocente y bella, y vuelven a mirarte, y vuelven a sonreirte, y recuerdas aquella frase que dice que " los ojos de un niño, son las ventanas por las que Dios se asoma al mundo ".
Y vuelves a intuir, quien es el que te esta mirando, quien es el que te esta sonriendo y de quien es la mano que te lleva a aquel camino....

Cuando bajas del tren o medio de transporte que te ha llevado, cargas la mochila a tu espalda, anclas bien sus cintas, y te dispones a recorrer el largo camino que a menudo te separa de tu objetivo, y vuelves a bucear en tus recuerdos y pensamientos, vuelves a disfrutar del sol de la mañana, de ese olor a mar, de esa cálida brisa, hasta llegar a tu camino...

Y una vez que llegas, comienzas a vivir una historia intemporal, comienzan a venirte todas las señales de porque estas allí, comienzas a andar... y como si alguien te ha preparado el escenario, a veces te encuentras solo, completamente solo en ese camino, rodeado de vegetación y marismas, y cierras los ojos, respiras ese olor a mar, esas salinas, solo oyes tus pasos, esos pasos sobre piedra caliza, pequeña, blanca y reluciente, esos pasos que oyeron miles y millones de personas a lo largo de la humanidad, en largos caminos recorridos, esos pasos sobre una piedra similar, a las piedras de los pedregosos caminos de Galilea, esos pasos que oyeron los apóstoles y discípulos, recorriendo el camino con Jesús, en aquellos tiempos.

Caminas, y eres consciente, de todo lo que te rodea, de cada pequeño ser de la naturaleza, de cada pequeño detalle de la maravillosa sincronía de la creación, elevas tus sentidos, ves como el sol calienta tu rostro, y una suave brisa te refresca, como oyes el canto de un pájaro sobre las marismas, como Dios te regala con un aroma a menta, azahar, azafrán, y mil y un olores distintos, promovidos por aquella maravillosa vegetacion, contemplas como en el verde paisaje, motas color lila de flores llamadas bella de día y hierba de campanario, pintan el paisaje.
Sigues caminando y a tu lado un pequeño bosquecillo de piedras blancas, se rodean de pequeñas margaritas amarillas, y sigues caminando, a veces solo, a veces cruzándote con algún hermano o hermana que recorre su propio camino, y una furtiva mirada se cruza sonriente, y te sientes contigo mismo, te sientes apartado del mundanal ruido que nos rodea a diario, ese mundanal y sucio ruido provocado por muchas personas, que tal vez conociendo la verdad, solo quieren acallar la voz que grita en tu interior, solo quieren distraerte lo suficiente para que no oigas la voz que anida en tu interior, esa voz que te habla de paz y bondad, esa voz que te trae a la niñez, a la inocencia, que te hace ser consciente de quien eres, de quienes somos...

Sigues caminando, con una sonrisa en tu rostro, una sonrisa autentica, con gotas de sudor, y lágrimas del sentimiento que te embarga, y coincides con tres chavales, con tres amigos, con tres hermanos que se dirigen nevera en mano a pasar un día de playa, tal vez te pregunten cual es el camino a la playa, y tal vez recorras una parte de ese camino, de tu camino, junto a ellos, charlando de todo un poco, y ves esas miradas de nuevo, contemplas la bondad y la inocencia de la amistad de tres chavales, y ves que ni cuelgan vídeos en Internet, ni se están pegando, ni drogándose, ni insultando a nadie, sino que con una educación tremenda, prosiguen una conversación contigo, hasta despedirse con un Adiós.

Y vuelves a saber porque estas ahí, vuelves a sentir que no todo es la maldad que nos rodea, que no todo es la vomitiva basura que nos lanzan en esta sociedad a diario, que no todo son, peleas, violencia, gritos, dolor, ira, rencor, odio, te das cuenta que unos cuantos miserables nos quieren enfrentar, y nos quieren hacer perder la confianza en nosotros mismos y en todos nuestros hermanos.

Continuas tu camino, contemplando gaviotas en el cielo, viendo a padres con sus pequeños enseñándoles a pescar, jugando con bicicletas, familias enteras compartiendo risas y gritos de alegría y no de violencia, contemplas parejas cogidas de la mano, mirándose embelesados e imaginando su futuro juntos, sin maltratos, violencia, mentiras ni odio, ese camino, bien parece un escaparate del mundo, y oyes la voz de quien te dice al oído..." ves, no todo es como a veces piensas que es, ni como te quieren mostrar a diario ".
Lágrimas recorren tu rostro, siendo consciente de todo, y vuelves a ese teatro intemporal, donde te quedas solo en ese camino, un camino enorme, y por un momento te quedas completamente solo, y sientes que, Él esta contigo, lo sientes a tu lado, desde el principio de los tiempos y para toda la eternidad.
Te sientes un discípulo mas, recorriendo aquellos caminos de Galilea, inundados no solo por la luz del sol, sino por la luz mas grande del universo, la luz de Dios.


Mar de Galilea

Sientes como a diario buscamos la felicidad en mil y una cosas, tal vez vamos a comprar un boleto de quinielas pensando que la felicidad nos la darán esos millones, vemos en un escaparate un coche y pensamos que la felicidad nos la dará el tenerlo, y no nos damos cuenta que tal vez en ese camino al escaparate de los coches o al quiosco de las quinielas, estamos recibiendo regalos en forma de brisas, olores, luz y colores, nuestra familia, cada uno de los momentos pequeños y grandes que vivimos junto a ellos, amigos con que nos cruzamos y conversaciones que tenemos, que son la verdadera esencia de la felicidad.

Y en ese camino amigos, te encuentras contigo mismo, y vuelves sobre tus pasos, con las piernas cansadas, pero el corazón lleno de felicidad, vuelves recorriendo el mismo camino, cerrando los ojos y oyendo el río que pasa, las aves en el cielo, el olor que te embriaga, y vuelves a abrirlos para ver como un rayo de la luz del sol cruza tu rostro, y penetra en tu cuerpo saludando a la luz que habita en tu interior.
Vuelves a casa, habiendo recibido el mayor regalo que puedes imaginar, y que todos tenemos a nuestra disposición cada día que podemos disfrutar de esos momentos, ese regalo que pone a cero el contador de tus deseos, dándote el impulso necesario para ser consciente de quien eres, y para saber que camino has de recorrer, y vuelves a sentir su brazo sobre tus hombros, vuelves a sentir que esta junto a ti, recorriendo el camino, vuelves a mirar a Jesús a sus ojos, y vuelves a notar su mirada llena de amor y bondad que se fija en ti y en cada uno de nosotros, y vuelves a echar tu brazo también sobre el, para caminar juntos, recorriendo una vez mas, aquellos caminos de Galilea.