viernes, 8 de mayo de 2020

HIJA DE LA LUNA

Erase una vez... una princesa que vivía en una isla del mediterráneo.
A diario se paseaba por los senderos y caminos, rodeada de aguas cristalinas y playas de arena blanca. El sol la iluminaba durante el día, y la luna le cantaba canciones de cuna en las largas y cálidas noches del verano mientras ella danzaba con su pelo negro ondeando al viento y los astros reflejando en ellos, su plateada sonrisa.

Muchas personas llegaban a la isla en la época estival buscando trabajo y nuevas experiencias, cuando los fríos vientos invernales seguían su camino hacia el horizonte y el sol tomaba las riendas de su propio destino.
Entre todas esas personas me encontraba cuando llegué, un verano de hace ya muchos años, a la isla de Ibiza. Y así te conocí.

En ese momento comenzó una de las épocas mas maravillosas de mi vida.
Los días transcurrían entre las cálidas brisas y los destellos purpura que la luna dejaba caer sobre nosotros como una cascada de luciérnagas salidas de las mismas crisálidas que engendran las estrellas.
El trabajo y las labores que teníamos que realizar a diario no eran trabajo estando a tu lado. Eran momentos llenos de esfuerzo que se recompensaban cuando pasabas frente a mi en el comedor y me mirabas sonriendo.
Momentos que fueron guardados en el mágico baúl del alma; recuerdos de una inenarrable felicidad junto a todos aquellos con los que compartimos aquellos maravillosos años.

Aún recuerdo cada día que pasamos juntos. Aquella isla nunca será la misma desde entonces. Aquel sol nunca será el mismo si no lleva impresa tu silueta recortada sobre el, cuando me sonreías en la playa y dejabas caer por tu pelo las gotas del agua del mar sobre mi rostro.
Aquella luna nunca será la misma sino puede iluminarte como te iluminó aquella noche frente a la playa, cuando tus mágicos y embrujadores ojos se perdían en la quietud del mediterráneo dejándose llevar por una enigmática nostalgia mientras caminábamos y las olas caían rendidas ante ti. Entonces me acerque y una vez mas, mirándome, me lanzaste una de aquellas sonrisas capaces de hechizar al mismísimo mago merlín.

Fueron años llenos de vida, llenos de amistad, llenos de confianza y de cariño; llenos de una gratitud latente que esperaba su momento para salir a raudales cada vez que pensaba y pienso en ti. Recuerdo el sonido de tu coche surcando los caminos cuando nos dirigíamos hacia la noche...., una noche plagada de luz y de alegría, de risas y de bailes, de abrazos y de miradas que maridaban con la música reinante mientras grababan la banda sonora de nuestras vidas.

Nunca podré olvidar ningún segundo de los miles y miles que pasamos juntos. Nunca podré olvidar ninguna de tus sonrisas, ninguna de tus miradas, ninguna de tus palabras susurradas y mecidas por la cálida brisa del océano.
Nunca podré olvidar ninguno de tus abrazos, ninguna de tus confidencias, ni la confianza que depositaste en mi.
Nunca podré olvidar aquella noche en el “Casanova”, cuando corriste hacia mi y te abrazaste apoyando tu rostro sobre mi hombro mientras sentía tu cálido aliento susurrándome al oído aquella frase que nunca olvidare...
Jamás podré olvidar los minutos que estuviste así, como una niña pequeña deseando ser querida y protegida, como una niña pequeña dolida y dañada por tantas actitudes. Como una niña pequeña que solo ansiaba que la quisieran...

Los años pasaron y cada uno tomamos derroteros distintos en la vida, unos en un lugar, otros en otro; pero siempre estuvimos conectados en cierta forma, y siempre que hablábamos, la sonrisa escapaba de nuestras bocas para gritar al mundo que seguíamos compartiendo momentos y que en nuestros sueños y en nuestros recuerdos continuábamos en aquella mágica isla rodeados de la etérea bruma de un amanecer.

Hace ya un tiempo que decidiste dejar este mundo en esa fatídica fecha que nadie desea recordar.
Tu sonrisa, tu mirada, tu presencia y tu recuerdo se mezclan en el corazón junto con el desgarrador pensamiento de que pudimos hacer algo mas por ti.
Intento retroceder en el tiempo para poder sostenerte y abrazarte en aquel momento en que nos dejaste. Intento agarrarte para que no dieras ese paso, presa de tu tristeza y de tus problemas, dejando escapar tu vida en un etéreo suspiro.
Pero las brazadas en el agua de la memoria no pueden hacernos llegar a ti, sino que nos arrastran de manera inexorable hacia un futuro donde nuestra conciencia da sufrimiento a los recuerdos que relampaguean en el alma como una lejana tormenta sobre el mar.

Que estas lineas sean un homenaje, un recuerdo escrito sobre un papel y lanzado al viento de una noche de verano, para que todos sepan que nunca te olvidare, que nunca dejare de recordarte y de rememorar en el carrusel de la memoria cada momento vivido a tu lado en aquellos mágicos años de nuestra dorada juventud.
Aquí quedan estas lineas para que todos sepan, como tu también supistes y sabes, que te quise, te quiero y te querré siempre.

Rezo y rezare por ti para que Dios te tenga en su gloria y te cuide mientras duermes en su regazo como la niña que siempre fuiste, esperando que en un eterno futuro lleno de esperanza, todos juntos volvamos a caminar y a gritar al viento, como decía aquella canción que tanto nos gustaba...

vamos a jugar en el sol...todos los días son días de fiesta”.

Descansa en paz Ana
Princesa de Ibiza
Hija de la luna